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Investigación Ona de Sants Montjuïc: Todo comenzó con la taquilla (parte 2)

Ona de Sants Montjuïc II

Investigación Ona de Sants Montjuïc: Todo comenzó con la taquilla (parte 2)

Publicado el 17/08/2015

Segunda parte de la historia de Proyecto Misterio en Ona de Sants. En esta ocasión, Sebastián Martínez narra el relato del día que supuestamente empezó todo.

Ona de Sants no se caracteriza por ser un local grande. Pero tampoco es tan pequeño. Muchas de las radios más modernas se limitan a tener un pequeño hall, una puerta, de vez en cuando servicios, la pecera y la sala de grabación. Ona tiene algo más. Se encuentra en la calle Premià, del Barrio de Sants, en la parte superior de un edificio lleno de locales para empresas y otras actividades. Normalmente no hay ruido, nadie habita allí, y sólo los locutores nocturnos se quedan por las noches. Podríamos describir el lugar como una gran L invertida, con sus raíces en la parte densa. Su entrada se basa en dos habitáculos separados por un puente, uno en el que hay materiales y luego el hall, el lugar donde esperan los invitados. Su pasillo de 5 metros se hace eterno por las noches, como aquel camino que nos aterrorizaba cuando éramos pequeños, «y no tan pequeños». -El que haya vivido en una "casa pasillo" lo entenderá.- En el pasillo encontramos tres puertas a la derecha y una ventana a la izquierda. La primera puerta conduce a la sala de grabación y la segunda, separada internamente por un espejo, la pecera, donde el realizador se encarga de dirigir los audios. Hay una tercera puerta en el pasillo que conduce a una sala con instrumentos y dejados. Cada vez que nos acercamos al final del mismo, el ruido característico y estridente generado por el transformador se hace más molesto. Llegamos a la última zona, en la que encontramos una pequeña habitación con el lavabo y una sala con utensilios de limpieza.

Mediados de 2011, ahí empieza todo. Nos disponemos a preparar un programa semanal como el de cada jueves. En el local Pedro, Guillem, Lula y yo. Era habitual que Pedro montara todo en la pecera desde su llegada ya que era nuestro técnico de sonido. Guillem, es uno de los técnicos de sonido de Ona de Sants y en aquel entonces se encargaba de ayudar a Pedro. En aquella época fumaba habitualmente. Lula y yo solíamos hacer nuestro pequeño ritual disfrutando de un mal menor «según la cantidad»; el humo. Antes de los programas nos sentábamos en el puente que separaba la primera sala del hall. Allí debatíamos sobre lo que había sucedido en el mundo del wrestling en general para calentar motores. Fue un instante, uno o dos segundos. Desde mi posición pude vislumbrar una silueta que se introducía en una gran taquilla que se encuentra al final de la sala de invitados (en la actualidad no está allí). En un primer momento no le di importancia y le dije a mi compañera que Pedro se había metido en la taquilla. Esperé cinco segundos... diez...veinte. Nada, de allí no salía nadie. Guillem, que venía del pasillo no se sorprendió cuando le pregunté por Pedro. -Está en la pecera preparando el programa-, me indicó. «Un momento, y quién está dentro de la taquilla...». Era imposible acceder a Ona desde la entrada sin ser visto. Solo hay un camino, el puente, y allí estábamos Lula y yo, disfrutando de las últimas caladas de la tarde. Entonces me di cuenta que estaba inmóvil. Creía que me estaban tomando el pelo. ¿Quién sino se iba a meter dentro de esa taquilla? Lula se acuerda, hablaba sólo con ese estante desde la distancia. -Va Pedro, ¡sal ya!- Ella me preguntó y le expliqué que Pedro estaba allí dentro, esperando el momento, dispuesto a pegarnos un susto. Finalmente, decidí adentrarme en la sala y mirar por el espejo. Sí, desde el hall también se podía ver la sala de grabación y la pecera. -¡Espera un momento!-, exclamé. En ese momento, me di cuenta que nadie podía caber en esa taquilla. Vi a Pedro por el espejo y decidí abrir la taquilla, muy lentamente, con el temor de encontrarme con lo absurdo en todos los morros. En efecto, estaba llena de libros y con su densidad era imposible que alguien cupiera. Entonces, ¿un fallo visual? Posiblemente.

Se lo expliqué a los compañeros y en ese momento, en ese instante inesperado, empezó nuestra historia. Guillem, escéptico por naturaleza, nos explicó que en Ona de Sants corría el rumor de que varias personas habían sentido a un espíritu vagando por el lugar, incluido él mismo. Sin embargo, en esa conversación no pensábamos que eso iba a despertar nuestra curiosidad, conocer a más gente y realizar una investigación en vivo la noche de los difuntos...

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